Cómo Dominik Mysterio pudo haber sido un heel enmascarado en 2021

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* La siguiente es una utopía de cómo Dominik Mysterio pudo haber sido un heel enmascarado en 2021. Para un mejor contexto, este artículo perteneciente a nuestra sección Sala Creativa fue publicado en nuestra antigua web a fines de 2021. Para entonces, Dominik y Rey habían sido Campeones de Parejas SmackDown pero era Rey quien llevaba el peso del equipo, con un Dominik que aun «no había salido de la cáscara» como se le vería tras el cambio a heel y el paso a Judgment Day un año después.

** Por esa época, la familia Mysterio había tenido participación en TV (Aliyah había empezado un noviazgo con Buddy Murphy, pero la storyline había sido truncada con el despido de Murphy de WWE). Dolph Ziggler y Bobby Roode eran un equipo sin mayor importancia en la programación de WWE.

*** Dominik reveló en entrevistas que originalmente había planes de que «bajara» a NXT después de su debut en SummerSlam. También hubo discusiones sobre si debería usar máscara o no en un prinicipio. Además, cabe resaltar que la historia de cómo Rey Misterio Sr. le cedió la máscara a su sobrino Rey Mysterio Jr. es verídica, y según la relató este último en su autobiografía, sucedió luego de que el joven Rey se la pidiera y su tío se la negara… Hasta que, muchos meses de esfuerzo después, se la obsequió en medio de un show en México a la par del nombre «Rey Misterio Jr.»

Cómo Dominik Mysterio pudo haber sido un heel enmascarado en 2021

Dominik Mysterio sigue perdiendo luchas. A casi dos años de su debut, el factor frescura ya perdió su efecto y la afición empieza a mostrar indiferencia ante él. Semana a semana se queda corto y lleva ya un par de meses disculpándose con su padre por no poder estar a la altura de su apellido.

Tras bambalinas, confiere a Rey que necesita decirle algo importante: nota que le falta la confianza necesaria para seguir creciendo, y que le gustaría… Le encantaría, de hecho, y estaría muy orgulloso también, si pudiera tener el honor, el privilegio de llevar consigo la máscara, heredar el arma de guerra y pasar a ser «Rey Mysterio Jr.»

Se puede apreciar que detrás de la tela su progenitor sonríe nerviosamente, como si temiera tal propuesta. Lo medita por una fracción de segundo y, con un hilo de voz casi culpable, le responde:

— Tú sabes lo mucho que te quiero, hijo —le dice—. Sabes que confío en ti y que tienes todo el futuro por delante. Pero si algo me enseñó mi tío, Rey Misterio Sr., tu tío abuelo, es a luchar por esta máscara. Ya conoces la historia: de pequeño le pedí lo mismo que tú a mí ahora. Asumí que iba a dármela sin más, pues yo era su heredero por naturaleza, pero no lo hizo. Me hizo luchar con garras y dientes, con cada gota de sangre y sudor por esta máscara, y cuando creí que ya nunca me la daría, tomó un micrófono y frente a miles de personas me bendijo: ‘Damas y caballeros, les presento a mi sobrino, ¡Rey Mysterio Jr!’. Y estoy seguro de que ese día llegará para ti también, pero no es el momento aún.

Dominik lo mira fijo y, sin más, simplemente se retira, dejando a su padre lamentándose. Las semanas pasan, las derrotas continúan. Después de la enésima, Dominik arroja la toalla y saca toda su rabia de adentro cuando éste lo alcanza en los pasillos:

— Qué va, ¡que ya estoy cansado de estar en tu sombra! En las entrevistas, todos preguntan por el famoso Rey Mysterio. En el ring, todos gritan tu nombre. Debajo, todos piden tu autógrafo. Todos quieren a Rey Mysterio mientras yo miro desde un costado. ¿Y quién soy yo? Diablos, ni siquiera soy Dominik. Soy ‘el hijo de Rey Mysterio’, ‘aquel niño al que le regalaron un puesto para contentar a su padre’. Soy la sobra, soy el eslabón débil, soy el que no debería estar aquí. Lo siento, papá, pero estar a tu lado no hace más que disminuirme. Me siento cada vez más pequeño, y lo único que haces es poner más y más trabas a mi carrera. ¿No quieres darme la máscara? Lo entiendo, no quieres que arruine tu legado. Eso era todo lo que pedía: tu confianza, saber que estabas orgulloso de mí, aunque ya veo que eres igual a los demás…

— ¡Dom! ¡Dom, ven aquí! —grita a la vez que su interlocutor se retira enfurecido, para luego dejarse caer en una silla y tomarse la cabeza—. Eso no es verdad…

Rey Mysterio le suplica a su hijo Dominik.

La tensión predomina en la familia. Rey lleva a su esposa e hija al próximo episodio de WWE Raw para intentar llevar armonía y palabras de aliento, pero Dominik ni siquiera da rastros de vida. En cambio, está pasando más y más tiempo con Dolph Ziggler y Bobby Roode, algo que preocupa a sus padres.

— ¿Por qué no le das la máscara y ya, Óscar? —le recrimina su mujer—. Es tu hijo, le pertenece, está en su derecho de…

— Sabes muy bien que no puedo dársela, Angie. No es sólo el respeto a mi tío, es el respeto a nuestras raíces, a la tradición mexicana. Debes ganártela, Angie, no puedes tenerla sin más no habiendo logrado nada…

— ¡Pero si han ganado el Campeonato de Parejas de SmackDown! ¡Y él fue muy importante para la obtención! ¿Es que no te das cuenta de que estás desordenando tus prioridades? ¡Estamos hablando de la felicidad de tu hijo! ¡Lleva semanas sin hablarte! —Y como si no tuviera suficiente, ella también lo deja solo con Aliyah, que procede a consolarlo.

Llega un nuevo lunes y Rey se dirige al ring. Con un micro en una mano, una bolsa en la otra y una cara de mucha angustia, declara que hace mucho que no consigue contactar a Dominik. Sabe que está aquí esta noche, en algún rincón, y quiere hacerle saber que se lo pensó bien, lo discutió con sus allegados y cree que la familia viene primero. Confía plenamente en su hijo y está orgulloso de él. También es consciente de con quién se está juntando y no lo cree conveniente. «Hijo, aquí está lo que tú me pediste: la máscara sagrada. Ahora eres Rey Mysterio III. Ven a buscar tu máscara, vamos».

Cinco, diez, quince segundos pasan. Y nada. Rey insiste. Nada. Justo cuando se dispone a retirarse cabizbajo, Dominik aparece en el titantron. Se le ve muy sonriente, mucho más energético que de costumbre:

Hola, papá. Qué bueno que saliste, porque yo también quería mostrarte una cosa. Disculpa, dónde están mis modales, ¿no? Gracias, padre, por tu ofrecimiento. Pero yo también tuve tiempo para pensarlo bien. Y llegué a una conclusión. Quizá no sea la más popular, o la que muchos esperen de mí, pero sí… Gracias, pero no. Ya no quiero tu máscara. No me interesa. No me interesa tu lástima. No me interesa tu falsa modestia. No me interesa seguir estando en tu sombra. No me interesa seguir por el camino correcto del que tanto hablas, mientras los demás se ríen de mí.

¿Sabes? Últimamente he estado teniendo charlas muy interesantes con Dolph y Bobby, ellos sí saben aconsejarme. Me entienden. Me han enseñado que no importa el cómo, sino el llegar a la meta. Hasta ahora tenía miedo de mi propia sombra, pero ellos me han mostrado que puedo confiar en mí, que puedo ser el mejor, y que tu maldita máscara, la de tu maldito tío, no me hará una mejor Superestrella. Y no creas que lo olvidé: tú fuiste el que me usó como un objeto con Eddie cuando era pequeño, ¿recuerdas? ¡Claro que lo recuerdas! ¿Qué clase de padre…? ¿Sabes qué? Cuánto hubiera deseado que él hubiese descolgado ese contrato aquel día, pues él sí entendía que el cómo no importaba. Él hubiera sido un mejor padre de lo que tú jamás podrías ser.

Del resto no es necesario extenderse, porque padre e hijo se miden en PPV tras tanta insistencia del último (y resistencia del primero).

Durante el combate, en varias oportunidades Rey se niega a aplicarle el 619, pero cuando finalmente lo hace y lo vence vía pinfall, se lo ve más triste que contento. Princípe lo observa desde la esquina y Rey deja de ser Rey para convertirse en Óscar, el padre. Y Óscar le dice, entre lágrimas:

Lo hiciste muy bien, hijo. Demostraste que eres digno de esta máscara. Sabes que te quiero mucho y que estoy más que orgulloso de ti. Y si no me crees…

Rey se desata la máscara, vacila, y se la quita. Su rostro queda al descubierto y la extiende como ofrenda a su hijo. «Si así debe ser, hasta aquí llegué. Es toda tuya».

Ambos comparten una mirada dolida y de comprensión. En la expresión del joven se aprecia la sorpresa de lo que ve frente a sí. Es así como la familia se reconcilia en un llanto emocionante…

La gente no lo puede creer. Y Dominik, por más rudo que buscaba ser, no es capaz de contener el llanto. Dominik se sonríe mientras lágrimas caen de sus ojos. Toma la máscara. La mira bien. Sonríe una sonrisa que poco a poco se va desfigurando hacia una mueca de emoción. Entonces la arroja al suelo con furia. Y ahora Óscar se arrodilla, desconsolado. Pero Dominik lo imita, lo abraza, le demuestra que la máscara es discusión para otro día, que el amor hacia su padre es lo más importante, y el universo de WWE aplaude hasta que les duelen las manos.

Dominik y Rey hacen su entrada en Monday Night Raw.

Es lunes por la noche. WWE anuncia la «coronación» de Dominik como Rey Mysterio III y la cesión de la máscara de su padre a él. Después de lo visto el domingo, poco sorprende que el joven sea recibido con abucheos masivos por retirar a la leyenda, pues así se confirmó en las últimas horas. Se ve realmente afectado por ello. Pero cuando sale Rey, la arena se viene abajo, aunque sea por una última vez. Angie y Aliyah también están en el cuadrilátero. La familia está más unida que nunca, y Rey lo disfruta. Mas apenas abre la boca, Dominik se apresura a interrumpirlo:

No, padre, yo hablaré ahora —para la preocupación de Rey—. ¿En verdad crees…? ¿Eres lo suficiente estúpido para creer…? ¿No te das cuenta de que no… de que no iba a dejar que te retires? —Y entonces sí, como una botella que se destapa de repente para quitar el aire contenido, el público rompe con el nudo de la garganta en un sonoro «yes!» unísono—. Es imposible que en tan poco tiempo haya desarrollado un ego tan grande. Yo también te quiero, papá. Todo esto… Ojalá me alcanzara la vida para disculparme. Tanto rechazo me cegó. Era mucha presión, y recién anoche pude ver cuánto significa mi carrera para ti. Pero no lo voy a permitir. No te vas a retirar. No ahora. No hoy. No bajo estos términos, sino bajo los míos…

¡Clothesline de Dominik para Rey! Ziggler y Roode hacen acto de presencia con sillas en mano y empiezan a fusilarlo como si no hubiera mañana. Madre y hermana de Dominik le imploran que paren, y Dominik les concede el deseo, pero escupe a su padre, que yace en la lona, y le quita la máscara. El problema es con él, no con ellas. La rompe. Sus amigotes le entregan su propia máscara. Es negra, casi diabólica. Por si no habían quedado claras anteriormente, sus intenciones están puestas sobre la mesa: es Príncipe Mysterio, la oveja negra, y ya no soportará ese ninguneo. Mientras Ziggler y Roode lo palmean en la espalda, Dominik lanza el reto: «Quiero otra oportunidad, padre. Esta vez, Máscara contra Cabellera».

«Sin su máscara no es nada, se va a tener que retirar cuando le gane». Con una sonrisa amplia, Dominik comparte con Ziggler y Roode tras bambalinas la siguiente semana. «Bueno, ya sabes chico, que aquí estamos para ti», le responde este último. No terminan de salir esas palabras de su boca cuando Angie se les para en frente con cara de pocos amigos, y los experimentados luchadores se retiran riendo por lo bajo:

— Hijo. Quiero que sepas que lo que estás haciendo… No está bien. Tu padre está destrozado. No le importa el dolor físico, pero tiene el alma destrozada. Su propio hijo, aquel al que le dedicó su vida. ¿En qué fallamos, Dominik? Te dimos comida, te enseñamos los valores, te enseñamos la educación, el trabajo duro, la honestidad… —Se frena por un segundo, cierra los ojos—. Espero, Dios quiera, que más temprano que tarde te des cuenta del daño que le has hecho a esta familia. —Angie se dispone a marcharse, pero Dominik la agarra del brazo y le niega el paso.

— ¿En qué fallaron? ¿En qué fallaron, madre? Quédate tranquila. Siempre estuviste ahí para mí, siempre. Jamás faltaste a ningún juego mío ni de Aaliyah. Nos diste todo tu amor, nos mostrarte el camino. No tienes ninguna culpa. Lo siento, madre. Siento que tengas que ser parte de esto. Papá, en cambio. Je… Papá… Rey Mysterio, mejor dicho. ¿Dónde estaba él en mis cumpleaños? ¿Qué estaba haciendo cuando jugaba mis partidos? Si tanto me quería, si tanto me amaba, ¿por qué no estaba a mi lado? ¿Por qué, en su lugar, estaba regalando máscaras a niños que ni siquiera conocía? Claro, después venía con uno o dos juguetes para aliviar su culpa. Como si eso lo enmendara todo. Y aun así, siempre puso por delante a su carrera. Y es al día de hoy que lo sigue haciendo. Nosotros éramos un pasatiempo ocasional. No, madre, sé muy bien lo que estoy haciendo. Por fin estoy haciendo el bien…

Mientras la secuencia se presenta en el titantron, Rey tiene un ojo en la pantalla y el otro en The Miz, su oponente. Aquel es el peor momento para ver esas imágenes y es evidente que el peso se le hace insoportable. En la distracción, en ese segundo de meditaciones y lamentos internos, Miz saca un Skull Crushing Finale de la galera. ¡1… 2… 3!

«¡Esto se está poniendo interesante, sí señor!», dice Roode. «Pero digamos que no lo suficiente».

A Rey no parece importarle el resultado de la lucha, porque se apresura a tomar un micrófono y con voz queda, dice:

— Tienes razón, hijo. Tienes razón… No estuve ahí para ti. Yo… Si esto es lo que quieres, si esto es lo que hace falta para ganarme tu perdón, entonces acepto. ¡Máscara versus cabellera!

— ¡Esto se está poniendo interesante, sí señor! —Roode aparece en escena—. Pero digamos que no lo suficiente. Digamos que no vas a obtener el perdón de Príncipe (¡no es Dominik!) tan fácil. Verás, tus acciones fueron muy lamentables y tienes que entender que no se van a enmendar así como así…

— ¡No, mi amigo! —prosigue Ziggler, que va a su lado—. Y no vengas aquí con lágrimas de cocodrilo, queriendo ganarte la lástima de estos idiotas. Eso es exactamente lo que me indigna, Rey. Tú y yo nos conocemos de hace mucho tiempo, y hay algo que nunca entendí. Sí, no voy a negar que desde el día uno hablabas de tu familia como si fueran «tu mundo entero», pero la cuestión es que tú sabías muy bien dónde estabas parado. Si hay algo que no permitiré es que vengas a decir que eras el hombre que más duro trabajó aquí. ¡Yo lo fui, siempre! Yo estaba ahí cuando la compañía me necesitaba, incluso cuando tú no estabas. ¡Yo! Quince años. Y desde el principio lo supe. ¿Por qué crees que no tengo niños? ¿Crees que no los quería? Era ellos o la lucha, y yo escogí la lucha. Tú lo sabes mejor que nadie, ¿no?

— Digamos, Rey, que queremos redoblar la apuesta —continuó Roode—. A pesar de tu necesidad permanente de aceptación hasta el punto de volverse un poco mucho avergorzante (seamos honestos), debemos decir que nos caes bien. Así que, para ayudarte a enmendar las cosas con el Príncipe, te tenemos una propuesta: no será Máscara contra Cabellera —La gente abuchea—. ¡Esperen, esperen! Será… un Gaunlet match de Máscara contra Cabellera.

— Lo que quiere decir —se oye la voz de Príncipe Mysterio, y éste finalmente se deja ver—que primero deberás enfrentar a Bobby. Y, en caso de vencerlo, luego a Dolph. Y, si la suerte todavía está de tu lado, entonces yo seré tu último rival. Si cualquiera de nosotros te vence, yo me encargaré personalmente de quitarte la máscara. Si no, pues lo aceptaré, padre: no estaré a la altura del gran Rey Mysterio, y procederé a renunciar. Serás tú o seré yo, uno de los dos quedará fuera.

Rey, que hasta entonces seguía atento lo que proponían los rudos, no puede creer lo que escucha:

— Hijo… Príncipe —se corrige al ver la expresión de su indignación de Dominik—. No sabes lo que estás diciendo. Te has esforzado mucho para llegar hasta aquí, para cumplir tu sueño. No tienes que echarlo todo a perder por…

— Echarlo todo a perder, eso es lo que siempre piensas de mí, ¿eh? —escupe Dominik—. ¿No me crees capaz todavía? ¿No ves que ya no me preocupa nada? No eres más que un viejo que siempre se quedó corto en los momentos en los que debía brillar. Supongo que tenían razón, ¿sabes? Si no fuera por Eddie, jamás hubieras logrado nada. Ya no hay vuelta atrás.

Príncipe Mysterio llega al domingo del PPV con confianza, pues acumuló triunfos contra John Morrison y Angelo Dawkins en el último par de semanas.

La expectativa es palpable en la arena, y cuando suena la campana para la primera lucha: Rey contra Roode, los cánticos por el legendario enmascarado resuenan por todo el inmueble. En una lucha de igual a igual, Mysterio finalmente logra imponerse con un roll-up inesperado.

Antes de poder celebrar, Roode empieza a atacarlo y rápidamente es acompañado por Ziggler, quien aprovecha la situación y al sonido de la campana, quiere finiquitarlo con un famouser. El crucero lo esquiva y opone resistencia. La batalla se extiende por varios minutos hasta que aparece el 619 para quitarse al segundo hombre del medio.

Aparece Príncipe Mysterio. Con la máscara en mano se dirige al ring. La apoya en el esquinero, como si ésta pudiera observar la acción por cuenta propia. Observa a su padre que yace en el suelo, adolorido tras tanto castigo físico, prácticamente sin fuerzas. «Levántate, ¡no seas canalla!», le grita su hijo. «¿Qué no decías que nunca me rinda? Sé el ejemplo». Lo pisotea, lo cachetea, lo humilla… Es entonces que Rey se levanta como puede, y da pelea a Príncipe. El alma de guerra de Rey es irreprochable, ejemplar, pero por momentos pareciera tener un debate interno. Es evidente que no quiere ser el que destruya la carrera de su hijo; cada segundo es una agonía. Físicamente está agotado, aunque es el agobio mental el que lo satura. Finalmente, se deja caer. Llorando, implora a Dominik: «Acaba con esto ya». Dominik responde con un clothestline, y otro. Y otro. Ahora es el turno de los Tres Amigos, ante el abucheo general. Lo levanta, lo abofetea y le aplica una hurricanrrana que lo deja expuesto sobre la segunda cuerda.

Rey Mysterio prepara a Dominik Mysterio para el 619.

El ex Campeón de WWE está ya regalado, decidido a no insistir, a no mover un pelo. Tan sólo quiere terminar con todo esto. Cuánto de su negativa a defenderse se debe a ello, y cuánta a su verdadera incapacidad física de continuar, nadie lo sabe menos él. Pero ahí está, desolado, preparado, igual que el príncipe, que se prepara para el 619 que le apague las luces. Levanta el dedo, imitando a su padre, aunque en su caso es el medio… Y lo dirige hacia su víctima. Ríe, ríe desesperadamente, toma carrera y ¡bam!

Doble patada al rostro de tela, de lleno sobre su cabeza. Ríe todavía más fuerte, incrédulo. El trabajo está hecho… ¿O no? Porque al darse vuelta, ve a Angie, su mamá, correr al cuadrilátero. El árbitro igual, así que intenta alejarla, sin saber que detrás suyo, Aalyah viene acompañada. ¡Es Murphy! ¡Y está armado! Con una silla, el retornante quiere golpear a Dominik, que se da cuenta y le propina un puñetazo, pero luego sí es impactado por el metal. Murphy no da tiempo al réferi de comprender qué sucedió porque desaparece como el viento del ring y se pierde entre el público. Aliyah pone el cuerpo de su padre sobre el de su hermano: ¡1… 2… 3!

La celebración es agridulce. Rey no ha perdido su máscara/carrera y podría decirse que contra sus deseos. De todos modos, abraza a su hija, a su esposa y da la mano a Murphy, cuya relación sentimental con Aaliyah había quedado inconclusa hace unos meses atrás, antes de ser despedido por la empresa.

Dominik, abochornado, se va corriendo por la rampa. Se niega a que le corten la cabellera. Después de todo, ahora deberá irse de WWE, y su padre no quiere alargar la agonía, dejando a un Dominik (ahora todo el tiempo enmascarado para ocultar la vergüenza de perder la apuesta) que es contratado por NXT, oportunidad que aprovechará (en la vida real) para desarrollar algunas áreas flacas y volver como una estrella más grande al main roster para, entonces sí, vencer limpiamente a su padre y obtener la redención ansiada. Y entonces, si así lo deseas, que reine la paz y el reencuentro para un final feliz.

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