Anecdotario

Diferencias creativas, planes descartados y su casi firma con AEW: Bray Wyatt y su tras bambalinas en WWE

“Soy un pedazo de basura”, se decía a sí mismo en un lamento constante. “¿Así seré recordado?”. Había hecho lo mejor que podía con las herramientas que le habían extendido. Nadie podía decir que no lo había intentado, que no había dado lo mejor de sí. Pero maldita sea, faltaban años luz para que fuera suficiente. Y lo único que podía era sentir ridículo, ridículo, y no había peor sensación que esa en un mundo como este. Se había expuesto como alguien que no era, un auténtico idiota; en consecuencia, como un idiota era ahora percibido. En este mismo mundo del que hablamos, la percepción es realidad. Y así como dice el refrán, nunca tienes una segunda oportunidad para dejar una buena primera impresión. Oh, las cosas estaban mal. Muy mal.

Pero, ¿qué tan mal, realmente? Quizá una rápida historia lo responda: al poco tiempo de comunicarle que ya no sería necesitado en Raw o SmackDown (lo cual era, básicamente, una forma de informarle que había desaprovechado la oportunidad por la que había luchado toda su vida) y que debía buscar suerte otra vez en Florida (Florida, donde te decían “mejora o despídete”, donde una buena noche eran doscientas personas), las noticias se tornaron aún más negras. “No está funcionando”, le señaló un directivo. “Cambia algo o ya no te necesitaremos”. Entonces, qué tan mal, preguntamos: bueno, preocupantemente mal, “haz-algo-ya-mismo-o-de-lo-contrario-nos-desharemos-de-ti-definitivamente” mal.

Oscuridad. Windham Rotunda sabía de ella. La conocía como la palma de su mano. Caminó por sus pasillos muchas más veces de las que hubiera deseado, tantas que si de algún modo hubiera que ilustrar esos vaivenes, lo justo sería pensarlo como una puerta giratoria de alternancia. Alternancia entre la luz y la sombra. El yin y el yang. Y ahora, que todo estaba tan dolorosamente mal, era hora de actuar. Fue un proceso que le tocó repetir en años venideros: en el dolor encontraba su mejor trabajo, y para desterrar lo que allí escondido debía sumirse en ella, así como un buzo se sumerge en lo profundo del mar. Y cada vez, lo que sacaba a flote resultaba simplemente impresionante. Terrorífico, sí, pero impresionante.

Y así fue como transformó en luz la oscuridad, cómo desde las profundidades sacó fuerzas para ir hacia arriba, siempre hacia arriba. Al principio, en las penumbras, prendió él mismo esa luz solitaria que se paseaba como una luciérnaga en la noche. Pero poco a poco, la luciérnaga fue encontrando a su familia, y pronto, ya no tanteaba sola por las sombras. Ahora otras dos iban a su lado, pues sentían lo que él sentía y sabían que su visión no fallaría. Entonces sí, empezó la magia. Rápidamente, las luciérnagas se multiplicaron. Con el tiempo, se tornaron primero en cientos, luego en miles de ellas. Allí donde fuese, ahí estaban también. Y cada vez en mayor cantidad. En los momentos buenos y, mejor aún, de igual forma en los malos. Pronto, después de recorrer un camino tortuoso de dudas y certidumbres, se encontró en la cima de la montaña. Después de esos grises recuerdos de fracasos y rechazos, de ver un sueño de vida deformarse hasta el punto de casi encontrarle su fin, oh, ahora sí podía gozarlo. No hay subidas sin bajadas, bien dijo alguna vez, y ahora sí podía reclamar la corona que hacía poco, tan poco, no parecía más que un sueño imposible. Ahora sí, más que nunca, tenía las herramientas, el apoyo. Ahora sí, tenía al mundo en sus manos… Al mundo entero en sus manos.

¿Cuál fue la gota que rebalsó el vaso y destruyó su relación con Vince McMahon? ¿Qué causó que no firmara con AEW a última hora y a qué otras empresas rechazó tras su despido de WWE? ¿Cuál era su visión original de los Wyatt Sicks y a qué miembros sugirió? Además, las increíbles premoniciones que hizo antes de morir, el regreso de The Fiend que había en planes, la pesadilla de niño que inspiró a Uncle Howdy y su lucha constante contra la depresión.

 

Quedó muy lejano, pero Windham Rotunda dio sus primeros pasos en el main roster de la WWE como un miembro de los Nexus. Entonces se hacía llamar Husky Harris, un nombre que, a decir verdad, distaba de sonar digno de un estelarista de WrestleMania que digamos. Eso, de alguna forma, hablaba de la poca confianza que los altos mandos le depositaron desde un primer momento. Porque referirse a husky en el idioma inglés es hablar de una persona robusta, menos o más de alguien con sobrepeso.

Bajo una versión muy lejana a la que le conoceríamos, sin rumbo, genérica y en la cual se encontraba todo menos cómodo, falló a la hora de llamar la atención de las masas. Unos meses en el elenco principal bastaron para que la oficina determinara que no estaba listo todavía, de modo que optaron por regresarlo al territorio de desarrollo, una noticia que lo golpeó. Y fuerte:

Cuando miro atrás y veo a Husky Harris, veo a un pequeño chico triste forzado a ser algo que no quería ser”, reveló el propio Windham a Bootleg Kev en 2014. “Y cómo fue tratado… Fue un momento muy, muy oscuro de mi vida. No es quien soy hoy. Y cuando miro atrás, estoy decepcionado con Husky Harris porque no era real”.

Taylor Rotunda, el hermano de Windham y a quien conocemos mejor como Bo Dallas o Uncle Howdy, lo cuenta mejor que nadie. La recuerda como una tarde de mucho entusiasmo entre el talento, pues varios directivos de peso de WWE estaban de visita por las instalaciones. Taylor podía decirse afortunado; había recibido un buen reporte. Sin embargo, le bastó ver el semblante de su hermano para saber que algo andaba mal. Nunca fue demasiado bueno ocultando sus emociones, Windham. Cuando se hicieron a un lado, este último le contó que, palabras más o menos, le habían dicho que Husky Harris no estaba funcionando, que cambiase o sería despedido. Windham estuvo cabizbajo toda la jornada.

Taylor nada quería saber de verlo partir. Antes que eso, él también se marcharía. Producto: en todo el recorrido a casa pensó en ideas para su hermano, algo que funcionase de trampolín. Cuando volvió a verlo en esos días, le mostró algunas ideas. Windham lo escuchó, pero, incapaz de esconder su entusiasmo, le presentó sus ideas.

Unas tardes antes, Windham se había topado con el ex luchador Dan Spivey, que casualmente estaba de visita. Spivey había interpretado a Waylon Mercy en la WWE de principios de los 90, un personaje retorcido de corta vida. Ninguno de los presentes sabría que lo casual de la visita podría tornarse rápidamente en una causalidad. Ambos conectaron, lo que inspiró a que Spivey le hablara de su personaje, basado en la película Cape Fear, y le diera su bendición para hacer algo que siguiera su misma línea. Sería el puntapié de una idea revolucionaria. Una idea que necesitaba de un nombre que no le dejase inmediatamente fuera del main event de WrestleMania. Windham recordó a un conocido suyo de la infancia que siempre le había suscitado fascinación, un niño que tras un accidente había perdido toda sensación en su rostro, quedando prácticamente inmune al dolor. Bray White, se llamaba. Le gustaba, pero había algo que no le cerraba. Bray estaba bien, pero podía estar mejor acompañado: “Wyatt” surgió por el pistolero Wyatt Earp. Así se gestó Bray Wyatt, su nuevo nombre.

La familia Wyatt durante una sesión de fotos en su debut en el elenco principal de WWE.

Cuando Windham se lo contó a Taylor, lo hizo con tanto entusiasmo que no parecía caberle un ápice más en el cuerpo. “¿Qué tal si fuma cigarrillos?”; “¿y si va con un Fedora?”; “¿qué te parece si lleva a una persona pequeña en el hombro?”. Y así como se lo dijo a Taylor, se lo fue exponiendo a todo aquel que se paraba a conversar con él.

Dos o tres minutos. Ese era el tiempo promedio que tenían los novatos en las clases de promos de los miércoles que daba Dusty Rhodes. Y por lo general, les sobraban un par de minutos. Todos estaban muy verdes y, dicho por ellos mismos, eran momentos vergonzantes para la gran mayoría. Al ver la primera promo de Bray Wyatt, los bostezos pararon y todos abrieron los ojos como platos. Fueron siete u ocho minutos. Pronto se convirtió en la estrella de los miércoles, y Dusty lo usaba para “mostrar a los chicos cómo se hace”. Al poco tiempo, incluso en el main roster se hablaba de este nuevo chico, un tal Bray Wyatt, que daba una promo de maravilla.

Podrías haberle dado un micrófono a Husky Harris y le hubiera ido muy mal. Nadie puede decirte cómo ser tú mismo. Y no fue hasta que experimenté el fracaso que algo se abrió en mi interior. Al regresar a Florida (FCW) estaba enojado, frustrado. No atribuyo mi cambio a la madurez, sino a una combinación de odio y motivación. Como un rapero escupe sobre sus frustraciones en la vida, yo lo hice en la lucha. Con Bray Wyatt se volvió todo muy natural. Es quien soy realmente, como quiero ser recordado”.

Usando su propia cabeza y algo de ayuda de Rhodes, Bray fue encontrando su identidad. Sin “The American Dream”, por ejemplo, no hubiera existido la Wyatt Family tal como la conocemos. Fue él quien, después de que varios talentos improvisaran al lado de Bray, se apresurara en apuntar que “ustedes son dinero” al ver lo que Luke Harper y Erick Rowan podían hacer compartiendo cámara con Wyatt.

A medida que sus promos mejoraban y la presencia del trío se consolidaba en la marca de desarrollo, Wyatt empezó a ser visto como material estelar. Un ávido consumidor de películas de terror desde pequeño, ahora su visión se había volcado hacia el espectro de lo oscuro, y las comparaciones con The Undertaker no tardaron en aparecer. En cuanto pisó el elenco principal, las voces que lo pedían como el sucesor natural de Mark Calaway se hicieron más ruidosas, y con el tiempo no hicieron más que propagarse.

Para mí que me comparen con el Undertaker es increíble. Creo que si comparas nuestro trabajo no hay muchas similitudes. Lo que nos une es lo oscuro, pero somos completamente diferentes. Y creo que la lucha necesita ese tipo de entidad. No somos dos tipos en shorts de MMA; es mágico, es imaginación, es contar historias. Uno de mis primeros recuerdos es Papa Shango haciendo vudú al Ultimate Warrior, y ese tipo de cosas son las que me quedaron en la cabeza”.

Una cabeza tan llena de locura como de creatividad. Un cóctel que revolucionaría la WWE en los años por venir. Por más que quisieran, nadie sabía lo que estaba en camino. Si tan sólo supieran lo que les esperaba…

 

La cercanía con la muerte fue un tema recurrente en la vida de Windham Rotunda. En la rebelde juventud, siendo todavía un menor de edad, se hizo su primer piercing a escondidas luego de que sus padres se lo prohibieran rotundamente. Para entonces era parte del equipo de lucha libre amateur de su escuela, y cuando se presentó a las prácticas de la mañana siguiente como si fuera un día más, ignorante a la posibilidad de una infección, luchó despreocupado, cuestión que le provocó complicaciones que derivaron en otras muy importantes. Cayó hospitalizado de urgencia. A los días, se enteró de lo cerca que estuvo de no haber sobrevivido.

Prematuramente mostró ser un alma creativa y particular. No perdía oportunidad de leer cómics de horror o estudiar películas y personalidades del mismo género. Y a su vez jamás dejaba pasar un capítulo de la WWF. Allí, de hecho, luchaba su padre IRS —como también lo había hecho su abuelo materno Blackjack Mulligan—, de modo que la lucha corría por sus venas incluso antes de nacer.

Tal cual era el caso de sus hermanos Mika y Taylor. Este último fue el primero en seguir la tradición familiar y recalar en la WWE. Bo Dallas, se hizo llamar. Unos meses después, Windham dejaría su carrera universitaria (fútbol americano incluido) para probar suerte en aquello que realmente le fascinaba, la lucha libre.

Windham usó los nombres Alex y Duke Rotundo en sus inicios. Él y su hermano Bo Rotundo ganaron el Campeonato por parejas de FCW en 2009. Ambos volvieron a trabajar juntos casi quince años después.

Tanto el uno como el otro tardaron en despegar en la compañía, y en más de una ocasión sugirieron a la oficina la idea de hacer equipo en televisión nacional, todo un sueño para ambos más allá de haber formado dupla por un breve periodo en FCW.

Se discutió que hiciéramos algo juntos”, confesó Taylor hace unos años. “No sé hasta qué punto se consideró, pero sí se habló mucho, y creo que si hubiese dependido de mí o de mi hermano hubiera sucedido [mucho antes], pues lo quisimos desde FCW. Siempre supimos que queríamos distinguirnos de nuestro padre y nuestro abuelo, e incluso entre nosotros mismos. Al mismo tiempo, nuestra prioridad era probar nuestro valor a nuestra familia, así que aceptamos lo fuese que viniera”.

El destino les daría el lujo de poder cumplir el sueño, aunque de una forma muy distinta a la que se hubieran imaginado. En 2022, Taylor haría su regreso de modo incógnito bajo la máscara de Uncle Howdy, y si bien no llegaron a formar equipo en el ring, sí trabajaron juntos durante unos meses antes del prematuro deceso de Windham. “Juntos, el cielo es el límite”, había dicho Taylor.

El amor entre hermanos nunca dejó de estar, algo lógico considerando lo cercanos que los Rotunda siempre fueron entre sí. Dicho esto, había solo una cosa que podía marcar una cierta distancia entre ellos.

En la época donde yo era Bo Dallas fue cuando menos contacto hubo entre nosotros”, dijo Taylor hace unos cuantos años. “Es decir, incluso hoy día hablamos una o dos veces por semana (de hecho me llamó antes de venir aquí), pero cuando recién empecé como Bo Dallas, vi cómo creaba a Bray Wyatt. Fue una experiencia increíble. Ver el tiempo, el esfuerzo y toda la investigación que hizo para crear ese personaje fue… Dios santo, al diablo con los actores de Hollywood, lo que él hizo fue una de las demostraciones más impresionantes de alguien convirtiéndose en otra persona”.

Y es algo que el propio Bray reconoce:

Cuando me meto en mis personajes, me inmerso tanto que no hay tal cosa como separarlo de todo lo demás. Es lo que hace que conecte y la razón por la que tengo fans que están tan insertados en lo que hago que es como si todo esto también fuera parte de sus vidas. Y si no tuviese fans tan apasionados, no estaría aquí. En serio.”

Ese nivel de compromiso con sus creaciones, fuera cual fuese el personaje, resultó ser el arma de convicción para tener el timón en todo momento. Simple y llanamente por el hecho de que solo él comprendía a fondo el significado de sus palabras, y no había creativo en el mundo que pudiera entender qué era lo que se gestaba en su cabeza.

Aquello tenía sus pros y sus contras. Lo bueno era que, en efecto, ya desde sus tiempos de NXT e incluso apenas aterrizado en el elenco principal, Windham tuvo el inusual privilegio de escribir sus propias promos sin intervención de Vince McMahon o cualquier otro individuo de las altas esferas. ¿Lo malo? Que el hecho de no comprender de qué iba Bray Wyatt dio paso a varias divagaciones en el manejo creativo del personaje. Un gran ejemplo: WrestleMania 32.

El segmento de The Rock & John Cena vs Wyatt Family en WrestleMania 32:

Al momento de la celebración del trigésimosegundo evento magno de la WWE, Wyatt —junto a Harper y Rowan— ya era una estrella consolidada en la empresa. Atrás habían quedado las que acaso quedarían en la posterioridad como sus rivalidades más icónicas, dígase Daniel Bryan (en plena movida del Yes Movement!), The Shield (Elimination Chamber 2014), John Cena (WrestleMania 30) o The Undertaker (WrestleMania 31). En el medio, la familia Wyatt ya se había separado y reunido, esta vez con la adición del todopoderoso novato Braun Strowman.

Wyatt llevaba ya cuatro años en las grandes ligas y se había medido con la créme de la créme, pero al final del día siempre volvía a toparse con la misma piedra en su zapato. Al modo de ver de la oficina, tenía lo suficiente para situarse entre las Superestrellas top, pero en cuanto las enfrentaba, habitualmente era usado como carnada. Y en ocasiones, el despropósito era tal que se lo alejaba de los focos por el simple hecho de que no sabían cómo hacer uso de él. Y volvemos así al año 2016, donde quedaba fuera del Show de Shows, en una decisión que simplemente no tomó a la ligera.

En principio había planes de que enfrentara a Brock Lesnar. De un momento a otro aquello cambió y fue sustituido por Dean Ambrose (Jon Moxley), pero las modificaciones en cuestión no incluían que Wyatt fuese reubicado en otra lucha. Durante ese fin de semana, expresó públicamente disconformidad por la resolución y alegó que él y sus compañeros eran “tan diferentes” que “no creía que WWE supiera cómo utilizarlos”. Afortunadamente sí aparecería en el show, en un segmento donde los Wyatts fueron disminuidos por la dupla improvisada de The Rock y John Cena. Aun así, no quedó satisfecho, como le contó a Sam Roberts en 2017:

Estuve en un lugar mental muy feo en esa WrestleMania, física y emocionalmente. Pero toda esa furia fue la que me alimentó a seguir adelante. No quiero ser el tipo que trabaja con The Rock: quiero ser The Rock, quiero ser mejor que The Rock”.

Y seguir adelante no fue un simple eslogan. Un año después en Elimination Chamber 2017, concretamente en la lucha homónima, fue cuando concretó su conquista más buscada: el Campeonato de la WWE. De una vez por todas los oficiales se decidieron por darle una oportunidad en lo más alto. Derrotando a John Cena, AJ Styles, The Miz, Dean Ambrose y Baron Corbin, pudo entrar en el selecto grupo de Campeones Mundiales de la WWE, una distinción imborrable que ya nadie le quitaría; una noche que sin duda no sería del montón, y más poniendo sobre la balanza el hecho de ser el primer Rotunda en hacerlo. Después de todo, esto de hacer a la familia orgullosa no estaba nada mal:

Llevo el título conmigo a todos lados. En el aeropuerto quieren tomarlo, toquetearlo, pero no lo permito. Es algo muy prestigioso para mí. No me gusta que lo toquen, no es un juguete. Es algo que me gané, me llevó toda una vida llegar a él y hace que mi trabajo de vida se sienta completo. Paul Heyman fue el primero que me dijo, ‘felicidades, eres el primero de tu familia en ganarlo’. Y no lo sabía. Nunca medí mi éxito por títulos porque nunca tuve ninguno antes. Y cuando me lo dijo me shockeó: que de todos nosotros lo ganara yo, es algo que no me esperaba. Es algo muy bonito, encajar en esto… Porque lo trabajé mucho, realmente puse mi vida, mi alma en esto, y ver las retribuciones es muy satisfactorio”.

Bray Wyatt haciendo su ingreso al ring como Campeón de WWE. Su reinado fue corto y de transición, otro bache en una continua frustración creativa.

En esa misma entrevista con Sam Roberts (abril de 2017, recordemos), Windham se atrevía a mirar hacia el futuro y previó cuánto tiempo más se veía en el cuadrilátero:

—Ganar el Campeonato de WWE no es lo que definirá mi legado –anticipaba-, todavía hay mucho que tengo que hacer. Este título es algo muy importante que siempre recordaré como algo especial, pero mi cuerpo está preparado para seguir por otros quince años. No estoy preparado para frenar, y aún hay mucho que quiero conseguir. ¿Cómo sé que todavía me quedan quince años? Solo lo sé, por más que lleve toda mi vida destruyendo mi cuerpo. Aquí es donde pertenezco.

—Y cuando estás ahí fuera –prosiguió el entrevistador-, en aquellos momentos como WrestleMania 32, cuando no estás en un buen lugar mentalmente y te dices, ‘ya quiero salir y ver a toda esa gente alumbrando’, porque esa gente podrá ovacionarte o no, pero no necesitas esa ovación porque puedes ver que visualmente ya te apoyan con sus luces… Ese momento, ¿es algo que buscas, que sientes que te consuela cuando quizá no te sientes tan bien?

—Absolutamente. Lo bueno es que si nunca decayera un poco emocionalmente, tampoco podría volver a subir después, ¿verdad? Me hago más fuerte en esos momentos y sucede naturalmente en mi cabeza: cuando me siento en lo más bajo, no veo la hora de resurgir e intentar robarme el show. Los cambios en mí como persona, como personaje, lo que vendrá… Eso me intriga. Quiero ser recordado por esto. Quiero dejar un legado para todos los que me amaron. Esos momentos difíciles son los que despiertan mi creatividad, son lo que necesito para llegar al siguiente nivel.

 

El siguiente nivel fue The Fiend. Un personaje de lo más complejo. Consistía en una personalidad doble (aunque no es tan fácil como eso). Una, la más débil, era la prisionera, la del simple hombre inocente, acaso sufrido y marginado, que pasaba el rato divirtiéndose con sus únicas amigas las marionetas en su colorido y retorcido mundo infantil. Cada marioneta representaba una faceta en la vida de Windham: Abby the Witch —basada además en Sister Abigail— era su lado oscuro, Huskus the Pig Boy —no tan sutil referencia a Husky Harris— su sobrepeso, Mercy the Buzzard —un guiño a Waylon Mercy— su lado autodestructivo, y Ramlin’ Rabbit… bueno, ya llegaremos a él. Pero la inocencia y los juegos acababan cuando aparecía The Fiend, la segunda personalidad, la personalidad dominante, la aterradora, la parte más peligrosa y oscura de Bray Wyatt… de Windham Rotunda.

Con sus creaciones, con sus monstruos, Windham hacía viajes introspectivos de los más profundos. No eran solo ideas que nacían con el objetivo de infundir miedo, sino cuya mayor ambición era la de exteriorizar sus miedos y reflejarlos de la forma más creativa posible. No había cabos al aire, todo tenía un porqué. Era materializar sus inseguridades, sus debilidades y tornarlas en una máquina de terror como las que solía mirar en las películas cuando pequeño.

La Firefly Fun House revolucionó la industria en un momento donde las críticas hacia la programación de la WWE eran devastadoras. Los memes decían cosas como “última hora: Bray Wyatt ha sufrido una grave lesión en su espalda por tener que cargar con el peso de Raw todos los lunes”, y no les faltaban razón. The Fiend y su mundo de contrastes fascinó a la audiencia desde un principio, creciendo lenta pero firmemente hasta la gran revelación en SummerSlam 2019, cuando el monstruo se presentó por todo lo alto con detalles impresionantes, como la cabeza de ojos cosidos que hacía las veces de lámpara o el increíble remake metalizado de Code Orange de “Live in Fear”.

Todos los episodios de la Firefly Fun House:

La experiencia del Campeonato de WWE resultó más de lo mismo: corta, nada especial, cuyo único servicio fue fortalecer a Randy Orton, su verdugo. Una vez más, WWE demostró no considerarlo lo suficientemente importante. Y de resultas volvió a la intrascendencia, y en ella se hundió más y más hasta acabar en un equipo (para sus estandartes) sumamente genérico junto a “Woken” Matt Hardy, que así como empezó, terminó con una llamada: “El equipo creativo no tiene nada para ti”.

Ya había oído eso antes, y tenía la suficiente experiencia para saber que aquello podía ser mucho más peligroso que un mero bache creativo; más considerando su posición como uno de los mejores pagos de la plantilla. Por si fuera poco, el momento coincidió con el divorcio de su esposa, cuestión que contribuyó a su declive y una falta de compromiso inusual en él. Compañeros y familia lo recuerdan como un momento oscuro en la vida de Windham (otro más), que lógicamente lo tenía a mal andar: su depresión estaba a vista de todos.

Lo siguiente que supieron todos fue sobre una jugarreta de lo más inesperada en los planes del destino. Pocos, por no decir nadie, preveían que él y JoJo Offerman, la presentadora de Raw y estrella en el reality Total Divas, tuviesen los suficientes puntos en común para involucrarse románticamente. Eran polos opuestos, absolutamente diferentes en todo sentido. Quizá eso fue lo que los volvió tan unidos: se complementaban entre sí. Cuentan sus allegados que al poco tiempo de la relación, Windham era un hombre renovado, listo para volver a tomar al mundo por las bolas con sus manos.

Y entonces, en ese periodo de frescura, como una luz que se prende en la cabeza, nació la bestia.

Jason Baker no lo conocía personalmente. Baker había hecho los trajes de los Bludgeon Brothers, y Luke Harper le había dado su contacto a Windham. Una madrugada, a eso de las 2 a.m., Baker despertó con la llamada de un número desconocido. Al contestar le habló la voz de Windham. “Sé lo que significa que no tengan planes para mí, así que necesito hacer algo drástico y necesito de tu ayuda”. Fue el inicio de una gran amistad, alimentada por una colaboración exquisita que, afortunadamente, el mundo pudo apreciar en su máximo espledor.

Bajo este nuevo personaje, Wyatt empezó a mostrar un dominio que no se le había visto en el pasado. La piedra en el zapato que lo había incomodado por gran parte de su carrera, la de caer en las instancias claves, era agua bajo el puente. Con apenas un par de meses de vida, así como así, The Fiend ya tenía las miras puestas en el Campeonato Universal.

El éxito descomunal dio la impresión de agilizar el paso de antorcha del Undertaker —prácticamente retirado—hacia él como “la nueva cara del terror”. Al fin, parecía una realidad. El plan preliminar de WWE era que The Fiend llegase a WrestleMania 35 como Campeón y así enfrentar a Roman Reigns en el estelar de la velada. El dominio era tal que no había otro capaz de hacerle frente más que la mismísima cara de la empresa. Era simplemente demasiado poderoso. Y justamente ahí radicó el problema.

Para cuando Hell in a Cell 2019, el mundo esperaba con ansias ver cómo le iría al monarca Seth Rollins —quien entonces era el babyface favorito del público—, en contraposición con Wyatt —que lo era en el bando de los heels. Lo que sucedería a continuación dentro de la estructura infernal sería un punto de inflexión en la carrera de ambos competidores… para mal.

Bray Wyatt como Campeón Universal personalizado, que utilizaba solo bajo su faceta de The Fiend. Ya como Wyatt, seguía usando el Campeonato habitual.

La lucha fue de lo más caótica. Una docena de Blackouts, el tan protegido finisher de Rollins, no bastaron para poner a dormir a The Fiend, que en cada oportunidad se levantaba como si una mosca lo hubiera rasguñado. Tras la lucha, hubo peticiones de reembolso y hasta cánticos de apoyo a AEW. Aunque el mayor perjudicado fue Rollins, que perdió toda credibilidad, The Fiend —ganador moral a pesar de finalizar en un no contesttambién salió perdiendo por ser exageradamente empoderado, haciendo ver todo demasiado surreal y quitándole de igual forma la credibilidad que tan cuidadosamente había construido durante meses.

Años después, Rollins no tuvo pelos en la lengua al hablar de esa infame noche:

En su momento, al volver a atravesar la cortina, estaba listo para estrangular a Vince McMahon. No bromeo, Tyson Kidd me retuvo. Miré fijamente a los ojos a Vince, tú sabes dónde se sienta. Lo miré y él me miró y no nos dijimos una sola palabra… y se fue. Me senté con Paul Heyman, que en ese momento era director ejecutivo de Raw. Tuvimos una conversación e intentó paulheymanizarme, si puede decirse así. Y luego, al día siguiente, fui a la oficina de Vince, ya estaba mucho más calmado y le dije, ‘vamos a hablar de esto, necesitamos saber qué estamos haciendo aquí porque esto no puede ocurrir otra vez’. Fui civilizado, pero me llevó una noche entera serlo”.

Rollins dio a conocer que el mismo Windham lo secundó intentando convencer a Vince de no seguir esa ruta creativa, pero ni siquiera uniendo fuerzas pudieron convencerlo de evitar el desastre.

En Crown Jewel, un mes después, Wyatt saldría con una contundente victoria de la revancha y se haría con su segundo título mundial. Desde entonces, mientras Rollins debió hacer un lavado de cara de raíz que incluyó un turn y la transición hacia otro personaje, The Fiend continuó siendo administrado de una forma cada vez más fantástica en base a los antojos de McMahon, derivando en una asociación con Alexa Bliss donde se vio una faceta sobrenatural del personaje que escapaba a la visión de Windham. En otras palabras, el Chairman se adueñó del mismo, y hacia el final —a pesar de adquirir el Campeonato Universal por tercera vez, en el que sería el último reinado pre-Roman Reigns—, The Fiend era percibido como una burla a la lucha libre.

En WrestleMania 37, cayó frente a Orton en cuestión de minutos con un solo RKO para la cuenta de tres, matando todo sentido del personaje, cuya esencia era su dominio. Sería la última vez que veríamos esa faceta de Bray Wyatt. Y la última vez que veríamos a Windham Rotunda, punto, en más de doce meses.

Lo que pocos saben es que la cocina de esa rivalidad fue el último clavo en el ataúd de The Fiend. Ya se había escapado demasiado de su visión. Ya no le divertía interpretarlo. Y el gran culpable tenía nombre y apellido: Vince McMahon. Las discusiones se hicieron cada vez más habituales, y más tensas. Cuando McMahon le comunicó que querían que se quemase y regresara con un traje “calcinado”, Windham lo hizo a regadientes. Para empeorar las cosas, se presentó la incomodidad física de usar el traje en cuestión, pesado como lo era. Finalmente, la gota que rebalsó el vaso fue ese final, ese maldito final en el Show de Shows. Entendió que no podía seguir así. Se plantó con firmeza: debía hacer cambios a toda costa.

Para mí, The Fiend murió ese día en WrestleMania. Y The Fiend no es un idiota en una máscara, como mucha gente piensa. Eso es ridículo. Para mí es mucho más profundo. Pero él murió ese día para mí. No sé cómo reaccionará la gente a esto, pero para mí se fue para siempre. Apesta, pero así son las cosas”.

Y no mintió… O, bueno, a medias.

En el documental Becoming Immortal que WWE produjo en 2024, Baker reveló que antes de su deceso, Windham se había vuelto a acercar por una encomienda. Esta vez lo pilló incluso más desprevenido que antes: quería revivir a The Fiend, ya era hora y, otra vez, necesitaba de su ayuda. No se aclaró el propósito de una vuelta que, por razones obvias, jamás se efectuó, pero sí se mostraron imágenes de la nueva versión en la que ambos trabajaron: un rostro todavía más diabólico, con la carne sobresaliendo a la altura de la dentadura, con dientes amarillos, y hasta un rostro trasero (para el que usaron a JoJo como molde) que solo iba a dejarse ver cuando hiciese su característico “Spider Walk” in-ring.

El nuevo The Fiend que casi regresó a WWE en 2024:

Volviese o no a materializarse en nuestras pantallas, The Fiend jamás dejó de vivir en la mente de su creador y siempre tuvo un lugar especial en su corazón. Hasta el final.

¿Quieres que te cuente una confidencia? El conejo [Ramblin’ Rabbit] fue la única marioneta que no estaba designada para estar ahí. Pero estaba ahí y la dejamos porque es una parte de mi psique que yo desconocía. Mi idea era matarlo y hacer que desapareciera, pero accidentalmente se convirtió en mi propia resistencia. No puedo soportarlo, es el más simple de todos; es tonto, idiota y casi todo lo que hace me molesta, pero también es como yo, como una cucaracha que no muere a pesar de la cantidad de veces que la pises. De algún modo es yo. Definitivamente es el más molesto para mí, pero hay una parte de mí que lo quiere».

 

“Y te diré esto: el Bray de camisa hawaiana, por quien era, no podría regresar sin Brodie. No puedo hacerlo. No es lo mismo. Es irrespetuoso para mi mejor amigo”.

Brodie Lee, también conocido como Luke Harper en la WWE, falleció el 26 de diciembre de 2020. En sus años juntos como parte de la familia Wyatt, Brodie y Windham habían creado una enorme amistad. A nada de su derrota contra Orton, Windham fue diagnosticado con severos problemas de corazón que pusieron su carrera en jaque. Las diferencias con Vince McMahon por el manejo de The Fiend llegaron al punto de ebullición. Y aun así, la sorpresa fue mayúscula cuando el 21 de julio de 2021, debido a una serie de recortes empresariales y su delicada salud, WWE le comunicó la decisión de despedirlo.

No lo esperaba. En lo absoluto:

Pasó mucho. Fue todo de repente y no estaba preparado para nada”, se abrió Windham en una entrevista a principios de 2023. “Perdí a mi mejor amigo de la infancia, perdí a Brodie, perdí a mi mejor amigo de la universidad… Es algo con lo que no lidié muy bien. Creo que la mujer de Brodie, Amanda, lo procesó mejor que Rowan y yo. Todos los días hay algo que me recuerda a él. Creo que ese periodo fue muy oscuro para mí. No era yo mismo. Y me llevó un tiempo revertirlo”.

Bastaron solo unas horas para que se expresara públicamente respecto a quien fuera “un hermano” para él:

Eras mi mejor amigo. Mi hermano, mi socio, mi Terry Gordy. Cambiamos todo este juego porque nos negamos a hacerlo de cualquier manera que no fuera NUESTRA manera. Creo que nuestro mejor momento fue cuando éramos un equipo. Ambos lo sabíamos. Luchamos como hermanos porque lo sentíamos. Estoy jodidamente enojado. No se suponía que acabara así, se suponía que acabaríamos siendo gordos, calvos e inútiles, parodiando a la Wyatt Family en los gimnasios con 70 años. ¿A dónde vamos ahora? ¿Qué hago sabiendo que nunca escucharé tu sarcasmo condescendiente?

 

Ya te extraño demasiado. Haría cualquier cosa solo por vivir nuestros peores momentos otra vez. No puedo creer que te hayas ido. Lo siento mucho hermano, lo siento mucho. Siempre serás parte de mí. Me guste o no, sin ti todo es diferente y espero que Amanda realmente sepa que estoy aquí no solo por decirlo, sino porque los amo. Me aseguraré de que tu hijo sepa lo increíble que eras. No las leyendas que la gente contará, sino el verdadero tú que muy poca gente pudo ver. Me duele mucho. Ojalá tuviera la oportunidad de despedirme. Pero, de nuevo, es sábado y sabes lo que eso significa… guárdame un asiento a tu lado donde sea que estés, porque ahí es donde pertenezco. Estaré allí cuando sea mi momento. Adiós para siempre, Brodie. Te amo».

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Poco se escuchó de Windham en el tiempo que estuvo fuera de WWE. De la boca de Dave Meltzer salió que una firma con All Elite Wrestling fue en cierto punto inminente, apuesta que redobló al asegurar que Windham estuvo tan cerca de hacerlo que Warner Brothers Discovery incluso recibió una fecha debut tentativa. Por lo visto, nada se materializó a partir de discrepancias económicas. En la puja estuvieron también Impact Wrestling, Triple A y algunas empresas japonesas, según Meltzer.

«Guárdame un asiento a tu lado donde sea que estés», escribió Windham tras la muerte de Brodie Lee. «Porque ahí es donde pertenezco. Estaré allí cuando sea mi momento».

Sí se escuchó una cosa que, en retrospectiva, hace ruido. En su condición de agente libre, tras un tiempo en las sombras, rompió el silencio con nuevos mensajes crípticos en sus redes sociales que hacían alusión a una nueva agrupación llamada Kult of Windham. A medida pasaron los meses y las noticias de un regreso brillaban por su ausencia, Windham pareció dar indicios de un cambio de planes al modificar su alias de Twitter, pasando de @WWEBrayWyatt a @Windham6. ¿Les recuerda a algún grupo que acabaría debutando un tiempo después?

Lo cierto es que el enfoque de Windham se desvió de la lucha durante ese año sabático, poniendo el foco principalmente en el arte. Además, filmó un piloto de tipo documental junto a su hermano Taylor en el cual planeaban recorrer lugares extraños, y llevó adelante otra idea cinematográfica a la par de Baker. Ambos escribieron/financiaron la propuesta por sí mismos, un largometraje de terror al que se prestaron de lleno durante meses, pero que finalmente quedaría inconcluso…

Mientras se encontraban en plena producción, el teléfono de Windham empezó a sonar. El código le resultaba familiar. Connecticut. El número, también.

Casi una década antes, allá por 2011, Husky Harris estaba cara a cara con Triple H en un contexto no tan distinto. Después de que le comunicaran que no continuaría en el elenco principal, Harris se acercó a su jefe buscando respuestas a la decisión de relegarlo. “¿Por qué? ¿Qué hice para volver aquí abajo?”, le preguntó, dolido. Su interlocutor lo miró y dijo algo que quedaría grabado en la memoria de Husky por siempre: “No te preocupes, hermano. La crema siempre sube a lo más alto”.

Los años pasaron y el destino encontró a Triple H asumiendo el control de WWE, llamando a Windham cuando éste se encontraba en plena producción. Cruzaron algunos “¿cómo estás?” y hablaron de sus familias y sus diferentes proyectos. Luego, entonces sí, la conversación viró a lo que realmente los reunía: “The Game” le preguntó si había alguna posibilidad de que Windham pudiese volver al ruedo, despolvar el traje de Bray Wyatt una vez más.

Windham no lo dudó. La oportunidad volvía a tocar la puerta; Windham no tenía intención de desaprovecharla. La crema siempre sube a lo más alto.

Bray Wyatt es una de las personas más locas y creativas con las que jamás trabajé, y lo digo en el buen sentido”, fueron las palabras de Triple H cuando Ariel Helwani le preguntó sobre los rumores de un regreso en 2022. “Su mente nunca deja de trabajar creativamente, de modo que si nadie le apunta el camino, simplemente no va a frenar. Es una víctima de su propia cabeza y su creatividad, pero adoro trabajar con él. Sus ideas son increíblemente alocadas, pero tienes que ser capaz de frenarlo en algún momento y decirle, ‘deja de pensar y hagámoslo de una vez, porque si no, en cinco minutos ya habrá buscado una forma nueva de pulir las cosas’. Eso sí, ser ese filtro lleva mucho trabajo.”

Y hasta dejó en claro que la convivencia con Windham no siempre fue fácil. Ninguna novedad, realmente, pues Windham siempre fue el primero en confesar su perfeccionismo y la reluctancia a aceptar guiones (los arrojaba a la basura):

A veces hay talentos con los que es difícil lidiar, y es parte de la diversión”, continuó Hunter. “Todos tienen sus ideas y discrepancias, pero cuando creas un ambiente de colaboración y dejas que fluya es cuando mejor salen las cosas. Hacer lo mismo de siempre es aburrido. La gente que tiene esa capacidad es con la que más me entusiasma trabajar”.

El tema económico no fue un problema, los exámenes médicos dieron que todo estaba en regla y rápidamente se dispuso a trabajar en su físico… y en su cabeza, principalmente:

Me preparé mucho”, se confesó Windham. “Entrené con boxeadores, trabajé mucho para acomodar mi cabeza. Fue mucho trabajo físico, pero más que nada trabajo mental. Hay una cierta reluctancia que no he tenido en el pasado. Cuando estás lejos de algo por mucho tiempo hay una voz que te dice, ‘¿todavía soy bueno en esto?’. Creo que desde que regresé estuve la mayoría del tiempo en ese lugar mental, y a medida que pasó el tiempo pude ir acomodándome de nuevo y recordar por qué hago esto y cuánto significa para mí”.

Y si hablamos de su regreso, no podemos dejar de mencionar lo increíble de su trasfondo. Sin miedo a exagerar, fue un experimento nunca antes visto.

Haciendo su regreso en el SmackDown post-Extreme Rules 2022. Sobre su vuelta, dijo: «Nunca sentí una sensación igual. Fue como si flotara en vez de caminar».

Todo comenzó con apagones abruptos en las arenas durante las pausas comerciales de los shows semanales y eventos no televisados, en conjunto con la reproducción sin sentido de la canción “White Rabbit” de Jefferson Airplane en los momentos menos esperados. Al regresar a sus autos tras los shows, los fans hasta llegaron a encontrarse con pancartas de conejos adheridas a sus ventanas. De pronto, en las transmisiones de WWE se empezaron a percibir pequeños códigos QRs escondidos, que llevaban asimismo a imágenes virtuales de más conejos, mensajes crípticos y coordinadas que no conducían a ningún lado.

Todas las pistas eventualmente hicieron que la afición —absolutamente absorta en el experimento y compartiendo sus propias teorías, dicho sea de paso—lo asociara con una posible vuelta de Wyatt. Y cuando uno de los códigos ocultos dio señales de que algo iba a suceder en el episodio de SmackDown del 23 de septiembre de 2022, toda esa masa de gente se aseguró de sintonizar cada minuto del programa. De resultas, a pesar de que no hubo retorno, el show hizo su mejor rating en tres años.

Y, sorpresa sorpresa, salió todo de la maravillosa cabeza de Windham Rotunda.

Creo que algunas de esas cosas se pueden apreciar ahora, pero la mayoría de mi trabajo se va a apreciar mucho más en diez, veinte años”, recalcó. “Ese era un concepto que le mostré a otra gente y que pensaron que era una locura. E incluso no llegó al nivel al que yo quise llevarlo, pero ver se integrara de esa forma y ver qué tan lejos estaban dispuestos los fans a seguir el rastro a esta cosa… El trabajo que hicieron: cambiaron la dinámica de toda la industria. Es muy agradable, porque podría haber ido por cualquier lado. Quién sabe si, por ejemplo, no hubieran encontrado el primero [código QR escondido] y hubiera pasado desapercibido. Pero lo encontraron y encontraron también todos los túneles que interconectaban. Ese tipo de cosas son las que me llenan de entusiasmo y son increíblemente agradables de ver para mí. Es como ver que los demás disfrutan de tu arte, básicamente”.

La espera valió la pena. WWE en efecto anunció el regreso de Bray Wyatt para el PLE Extreme Rules, un evento que lejos estaba de destacar por su cartelera, pero vaya que movió la aguja a causa del arrasante efecto Wyatt: de esta manera, se convirtió en la edición más vista de la historia del evento. Dos días después, Raw tuvo un incremento del 14% en su audiencia. En cuestión de horas, la camiseta de Bray Wyatt fue la más vendida no solo en WWE Shop, sino en toda la red comercial Fanatics.

Mi regreso… Creo que nunca sentí una sensación igual. Fue como si flotara en vez de caminar. La energía en ese lugar fue muy… He estado en combates, segmentos y varias cosas a través de los años, reacciones increíbles, pero esa fue muy diferente. Fue algo que nunca experimenté. Fue una afirmación de que todo estaba bien y quedé muy, muy satisfecho. Me llenó el alma».

Lamentablemente, sería el principio del fin.

 

La pregunta ahora era, ¿qué nueva carta tenía escondida bajo el brazo? Con el Bray original y The Fiend “muertos”, como él mismo había asegurado, solo había lugar para una nueva faceta dentro de la paleta de colores de Windham Rotunda. Y la respuesta no tardó en llegar. En el SmackDown post-Extreme Rules, concretamente.

El regreso de Bray Wyatt en Extreme Rules 2022:

Bray Wyatt volvió bajo una gran ovación y dio una promo de lo más sentida donde afirmó ser su yo auténtico. Agradeció por el apoyo (“cada vez que quise esconderme, ustedes me encontraron. Gracias por salvar mi vida”), habló de sus inseguridades (“llegué a un punto donde pensé que todo lo que había logrado había sido para nada”) y las pérdidas que había sufrido en los últimos tiempos (“perdí mi carrera, perdí mi confianza, perdí a dos personas muy cercanas a mí”), todo lo cual era tan real como la pantalla frente a ti, cuando fue interrumpido por un personaje de lo más macabro: Uncle Howdy.

Howdy, enmascarado, de galera, con un curioso bigote y una lágrima cayendo de su ojo izquierdo, mata de cabello blanco lloviendo hasta sus hombros, cubiertos estos por una chaqueta de cuero y guantes de gala sosteniendo su bastón. Se presentaba como alguien al que “debes seguir”, pues “tu vida está terminada”, y te garantizaba que “no sabes con quién estás lidiando”, pero lo “vas a conocer… Oh, sé que lo harás”.

Honestamente, no sé bien [qué es Uncle Howdy]”, dijo Windham en charla con Ryan Satin. “Hay cosas sobre mí que la gente no entiende. No son solo personalidades dobles. Como en la vida real, no es tan simple como eso. Sufro de cosas que supongo que no voy a compartir con la gente. Quiero ser el portavoz de la gente en la realidad en lugar de algo hecho animación. Pero Uncle Howdy y Bray y todas estas cosas, son todos reales. Están basados en momentos, en cosas que me pasaron de verdad”.

Con el paso de las semanas, este peculiar personaje siguió frecuentando SmackDown y pronto se revelaría que no era el mismo Bray Wyatt quien lo interpretaba. Bajo la máscara, fuera del kayfabe, se encontraba Taylor Rotunda, pero delante de las cámaras, no llegamos a entender de quién se trataba ni qué quería, aunque Windham prometió que era mucho más complejo de lo que se veía a simple vista:

Uncle Howdy tiene muchas más capas de las que creen. No es solo un monstruo, tiene sus complejidades que todavía no se han visto y cosas que ni yo entiendo. Y lo hermoso es que va crecer orgánicamente. Pero la historia en sí no creo que se haya contado aún. Para saber qué es y de dónde vino y la relación con mi niñez, es mucho más complejo de lo que creen. Uncle Howdy vino de un lugar muy, muy oscuro que sucedió en mi vida que si contara quizá sería demasiado para la audiencia».

Aquí les va una intimidad: Uncle Howdy se le presentó a Windham en una pesadilla, cuando pequeño. Por supuesto, fue una invención de su propio subconsciente, pues no hay registro de un personaje similar (y menos con ese nombre) en la cultura popular. Fue tal el impacto que aquel extraño hombre le causó, que jamás lo olvidó y le inspiró a volcarlo a la realidad de su retorcido mundo.

El diseño original de Uncle Howdy. El extraño personaje estuvo basado en una pesadilla que Windham tuvo de pequeño y que jamás pudo borrar de su cabeza.

Y pasó bastante desapercibido, pero WWE referenció a este hecho en el WWE 2K24. En el ingreso al cuadrilátero de Howdy, la siguiente conversación se puede oír entre los comentaristas:

Corey Graves— «¿Pueden sentir eso, caballeros? Tenemos algo verdaderamente peligroso delante nuestro».
Byron Saxton— «Sí, siento algo, definitivamente. De hecho, parece directamente sacado de una pesadilla».
Michael Cole— «Sabemos muy poco sobre este individuo…».

Sacando conclusiones, uno podría llegar a creer que Uncle Howdy era la depresión, esa parte de Bray Wyatt que buscaba derribarlo constantemente, esa parte que lo acompañó cuando Brodie falleció, o cuando WWE lo despidió, y que volvió a remontarlo a las épocas del “pobre chico triste”. Y dicha deducción tendría sentido, pues aparentemente la idea original era que Bray Wyatt acabase enfrentando a Uncle Howdy en WrestleMania 40. Pero la realidad golpearía primero, noqueando los planes originales y el “crecimiento orgánico” en el que confiaba Windham.

Tras su muerte, Howdy pasó a manos a Taylor, su verdadero intérprete, cierto, pero también un actor dentro de la magnífica película de terror creada y dirigida por Windham. Aun no estando ahí físicamente, de la mano de su hermano, el mundo que él creó sigue tan vivo como en su mejor momento. Y en cierto modo, él lo vio venir:

¿Vamos a ver tu hermano más pequeño, el Sr. Bo Dallas, como parte de una nueva Wyatt Family en algún punto? –le consultó un periodista en una entrevista de 2017.

Sin duda. Sí, en algún momento sé que va a pasar –se apuró a contestar Windham.

— ¿Es algo de lo que suelen hablar seguido?

— No todo el tiempo, pero lo hemos conversado. Pasamos toda nuestra carrera juntos en Florida, antes de que fuera cool estar en el territorio de desarrollo. Éramos bastante buenos, y creo que va a llegar el punto donde va a pasar. Es el performer más infravalorado del roster. Si no me crees, busca las grabaciones.

— Es un gran performer, un gran performer…

Va a suceder en algún momento, sin duda.

Y así como Windham consideró hacer su propia versión de la familia Wyatt en las indies (bajo otro nombre, claro está) con Erick Rowan, Braun Strowman y otros conocidos tras ser despedidos de WWE, la iniciativa de llevar a los personajes de la Firefly… a la vida también salió de su cabeza, con la condición de que él mismo los interpretase a todos. WWE le dijo que no, aunque Paul Heyman, entonces Director Ejecutivo de Raw, aprobó que Eric Young y Mike Bennett (confirmado por ambos) encarnaran a un buitre y a Sister Abigail, respectivamente, a los que se les iban a sumar otros intérpretes. El despido de los dos cortó de raíz dicha posibilidad.

De todos modos, Windham no se rindió. Se suponía que en WrestleMania 39 debía enfrentar a Brock Lesnar, dinámica que se vio forzada a cambiar después de que Lesnar no mostrara interés en involucrarse en «situaciones sobrenaturales». Uncle Howdy (Taylor) llevó el peso de una nueva rivalidad con Bobby Lashley por unas semanas, hasta que supieron con certeza que Windham no iba a estar a disponible en Mania debido a sus percances de salud.

Hete aquí otro gran dato: si todo seguía su curso normal, WWE iba a proceder con la visión original en el post-Mania. Los nombres que dieron vueltas para los Wyatt Six, además Wyatt y Howdy, eran Young (siempre ahí) y Alexa Bliss (que igualmente se bajó por temas personales), además de otros específicamente apuntados por Windham: Rowan por un lado, y los Righteous, equipo conformado por Dutch y Vincent en ROH. Vincent, de hecho, «audicionó» a pedido de Windham para ponerse en la piel de Uncle Howdy, antes de decidirse por Taylor.

En fin, la idea de Windham por animar a su casita de marionetas no prosperó… hasta la hora de los sicks.

En definitiva, duele echar la vista atrás y ver cómo Windham no pudo mostrarnos qué tenía bajo la galera de Howdy y sus secuaces aquel 2023, pero también nos alegra saber que antes del final, pudo tener su gran momento. El momento que esperó desde el principio. El cierre del círculo.

¿Qué le dijo Undertaker a Bray Wyatt al oído en Raw 30?

Él siempre se jactó de no ser capaz de volver a verse a sí mismo en videos. “Odio cómo trabaja mi mente”, admitió. “Soy el primero en reconocer mis fallas. Me niego a verme en video. Nunca creo que sea suficientemente bueno. Llego a ese nivel de obsesión”. Jamás se vio ganar el Campeonato de la WWE. Tampoco el Universal. Ni dando cátedra de lucha contra The Shield o Daniel Bryan. No se vio bajo ningún concepto. Jamás. Sin embargo, sí hubo un momento que “definitivamente vería una y otra vez”, y ocurrió en una de sus últimas apariciones: el paso de antorcha del Undertaker en Raw xXx.

Creo que todos vieron la naturaleza de lo que pasó. Cuando algo así pasa… Es algo que nadie puede quitarte. Ese momento me pertenece, nadie más en la historia del mundo va a tener ese momento más que yo. Lo que dijo fue algo que solo yo hubiera entendido y algo que solo yo hubiera podido apreciar por el lugar y momento. Es algo que nunca hubiera esperado, pero lo que dijo queda entre él, yo, el diablo y Dios, y nunca se lo diré a nadie hasta que vaya a la tumba. Pero fue poderoso e inesperado. Muy, muy bonito. Algo que llevaré conmigo el resto de mi vida. Ese es el segmento que volveré a ver con el tiempo. Ese es especial».

Entonces, ¿qué le dijo Undertaker a Bray Wyatt exactamente? La leyenda en persona se atrevió a revelarlo en ocasión del tributo a Windham durante el fin de semana de WrestleMania 40:

No iba a tener otra chance de ‘pasar la antorcha’. Y en ese punto no sabía cuándo iba a estar en televisión de nuevo, si es que iba a haber una ‘otra vez’. Por tanto, sabía que era mi oportunidad, y con lo inteligente que es nuestra audiencia, por cómo se dan cuenta de las cosas, sabía que iban a identificar que eso era exactamente lo yo que estaba haciendo. Y a mi modo, las pocas palabras que le susurré fueron para hacerle saber que ahora él tenía la antorcha: ‘okay, ahora tú eres The Lord of Darkness’.”

Un par de días antes de tener su combate despedida en Royal Rumble (sin saber que iba a serlo, claro), Windham se sentó a dialogar con Satin para WWE on FOX. Rara vez hablaba públicamente, cosa que hizo tan especial esa conversación final. Sería su última entrevista jamás, y es de ahí que extrajimos la mayoría de las citas aquí recolectadas. Hizo un repaso muy sincero de su carrera y su vida, de sus tristezas y su arte, de lo bonito y lo desagradable de su trayectoria. Es una charla que en retrospectiva resulta muy reveladora y ayuda a entender mejor al hombre, diciendo cosas como la siguiente:

Nunca jamás esperé que la gente prestara tanta atención a mi trabajo. Y en instancias donde la gente lo hizo creo que fue la mejor sensación que tuve en mi vida. Hay gente que me entiende, que piensa y se siente igual que yo, y eso para alguien como yo es mucho. Porque muchas veces en mi vida sentí que estaba en una isla de la que nadie podía rescatarme, así que tener ese tipo de conexión con ellos lo es todo para mí».

La salud mental fue un tema recurrente para Windham. Desde un primer momento no temió en sincerarse a propósito de sus luchas contra la depresión, una batalla a la que enfrentó toda su vida y que lo acompañó intermitentemente hasta el final. En cada personaje, en cada gota de su trabajo tuvo a sus más grandes penas como inspiración. Su gran talento fue convertirlas en arte. Y para eso, usó como medio a sus dos grandes amores: la lucha libre y el terror.

“Encajar” era una palabra que se repetía mucho en su discurso, lo que denota que se sintió dejado de lado en diversas situaciones de su vida. En una nota con el podcast de Steve Austin, declaró que una de las formas que más lo hacían sentir “que encajaba” era cuando salía a la arena y veía a miles de luces encendidas. Cada vez que eso ocurría “perdía los nervios, me sentía en trance, sentía que encajaba”.

Quizás por eso es que entendía lo importante de conectar con sus fans.

Desde su muerte, cientos de vídeos de Windham acercándose amablemente a sus admiradores se viralizaron en redes. Abrazándolos, firmándoles autógrafos, siendo el único en salir del interior de las arenas para regalar una sonrisa y conversar dulcemente con los más pequeños. Incluso ha habido relatos de seguidores que se contactaron con él vía DMs para hacerle saber que se sentían muy solos y no podían contra la depresión. Las respuestas de él (pues nunca dejó de contestarles) se mantenían más o menos así: “No dejes que te gane. Déjame quitarte tu dolor. Eres especial y hermosa. Se te quiere, no hay nada más precioso”.

Y en la misma línea van los testimonios de sus compañeros de vestuarios.

Todos recordaron su risa contagiosa, su sentido del humor, su magnetismo, su humildad y su creatividad ilimitada. Fuera Otis mencionando cómo Windham dejó lo que estaba haciendo para ser el único en felicitarlo por terminar su primer libro a pesar de sufrir dislexia; James Ellsworth recordando cómo Bray se le acercó para decirle que fuera a vestirse con el resto del talento luego de varios meses cambiándose en un rincón aislado (“ven, eres uno de nosotros”); Becky Lynch llorado al rememorar la vez que Windham perdió valioso rato en el que debía estar preparándose para su lucha con tal de asegurarse de que ella aprendiera a montar una mesa; su colaborador de la FFH Jason revelando que Bray se ofreció a retrasar su fecha de retorno en 2022 con tal de él estuviera presente tras la muerte de su abuela; el padrino de su hijo, Braun Strowman, revelando que Bray pagó todos sus gastos en su primer mes en WWE, pues Braun no tenía dinero; o la confesión de Mike Rome sobre cómo Windham era quien siempre organizaba salidas con todo el elenco para dispersarse tras los shows, asegurándose siempre de invitar del primero al último dentro del staff, por más que no los conociese. Eso mismo era lo que le convertía en un líder tras bambalinas, una de las personalidades más queridas por todos.

Todos sus compañeros de vestuarios recordaron su risa contagiosa, su sentido del humor, su magnetismo, su humildad y su creatividad ilimitada.

Finalmente, queremos recalcar otro término que usaba con mucha frecuencia: “legado”.

Windham Rotunda hablaba mucho de su legado y lo que dejaría atrás cuando fuera su momento de dejar este mundo. Casi como un acto premonitorio, era algo a lo que siempre volvía. Como cuando le dijo a Steve Austin en 2014: “Cuando era Husky Harris me decía a mí mismo, ‘maldición, ¿así seré recordado? Soy un pedazo de basura’. Y estar ahora aquí, teniendo la posibilidad de llegar a semejante cantidad de gente como para saber que voy a ser recordado… Hombre, qué bonita sensación”.

Cuadrilátero Tops

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